En la vida y en la muerte

IMG_9204 Hace un par de días fui a visitar el cementerio de Santa Ana en Trieste. ¿La razón? Pues, no sé, el invierno es una estación asociada con la muerte. Tal vez por eso. Y que hace poco fui al primer funeral en Trieste. Eso te hace pensar.

Además, había leído que la zona de los cementerios en Trieste es inmensa, hermosa e interesante, precisamente porque acoge los cuerpos de todas las fes que han convivido y conviven en Trieste: católicos, hebreos, musulmanes, ortodoxos griegos, serbios, rusos, luteranos, valdenses etc.

Efectivamente, es una extensión inmensa: 152.700 m2. Solo visité la parte católica porque no tuve tiempo para más. Comencé a recorrer las grandes avenidas bordeadas de cipreses y a observar la estatuaria. Y me di cuenta de que todos los apellidos epónimos de las calles de Trieste estaban aquí. Los héroes, los militares (no es lo mismo, como sabemos), los escritores, los científicos, los ricos comerciantes. Sobre todo estos últimos. También el común de los mortales, claro.

Pero al rato, también me di cuenta con sorpresa de que aunque tal vez el motivo favorito de la estatuaria funeraria es la cruz, por lo que comporta de sufrimiento, de muerte, el segundo motivo es la mujer afligida. Al comienzo pensaba que era falsa impresión. Pero no. Así, a ojo de buen cubero, yo diría que quien tuvo dinero para pagar un guardián de piedra para su ser querido (fuera mujer u hombre) eligió una figura de mujer. Una guardiana. No de una virgen. Curiosamente había pocas estatuas que pudieran ser reconocidas como santas o vírgenes. Las estatuas representaban simplemente mujeres. Mujeres afligidas, concentradas en su dolor, que orarán o llorarán imperturbables por el difunto (o la difunta),  hasta que la piedra aguante.

Al salir del cementerio, vi los puestos de flores. Pequeños quiscos coquetos, bien cuidados, dispuestos en círculo, con nombres de mujeres en el frente: Stefania, Marina, Giustina, Iolanda, Paola, Donatella … las mujeres que hacen las flores y las coronas para los muertos. Y claro, las que alimentan a los gatos que deambulan orondos y majestuosos por toda Trieste, incluido el cementerio.

Esperando el bus de regreso a casa no dejaba de pensar en que para bien o para mal tenemos la exclusiva del comienzo y del final de la vida. Ambas son cosa de mujeres. Incluso después de que la muerte nos separe.

 

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2 comentarios en “En la vida y en la muerte”

  1. Mmmm. No sé. Pienso más bien que la figura de María Magdalena ya es la utilización «oficial» de la mujer como símbolo de la compasión. Ninguna de las estatuas que vi en el cementerio se parecía a la Magdalena. Algunas imágenes son más bien paganas, o pre-cristianas.

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  2. No es relevante … pero creo que siendo católico, posiblemente la mujer representa a Maria Magdalena que acompañó a Jesucristo durante toda su tortura y se quedó junto al cuerpo esperando la resurrección.

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