Aguacate, panela, paledonias y diapositivas

Todo adquiere coherencia dentro de un relato. Para eso la mente humana inventó la narración. Para unificar la aparente incongruencia que existe entre los nombres y los verbos. Entre las cosas (animadas o inanimadas) y las acciones.

No quiero hablar de las elecciones. Huyo. Para eso está mi escena de despedida de Venezuela. En el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía. Allí estoy de pie, con mi maleta abierta de par en par, delante de un Guardia Nacional Bolivariano que es casi un niño. Un niño pequeño y flaco, además. Desnutrido. Un ser humano verdaderamente escuálido. Él, y otros como él, tienen la orden de revisar las maletas palmo a palmo (casi todas, NO todas, obviamente). Es mi maleta del regreso. Del expatriado malgré soi. A la ida llevaba 23 kilos, de los cuales 20 eran de medicinas, jabones, dentífricos y desodorantes. Al regreso no había casi nada para llenarla. El guardia comienza su operación “rastreo”.

Trato de reconstruir nuestro diálogo, que duró bastante.

Guardia: Esto es un aguacate. (No pregunta, está seguro, aunque esté envuelto en papel y tela).

Yo:

Guardia: Y esto, una panela. (Tampoco es una pregunta, es una certeza de las manos que reconocen sin ver ese peso, esa forma familiar, ese contexto).

Yo: Sip

Guardia: Tengo que sacar toda la ropa.

Yo: Es poca.

Guardia: (Ante un recipiente de plástico transparente lleno de lo que parecen galletas, pero son paledonias que una amiga le manda a su hermana que vive en Trieste y a quien no ve desde hace años). ¡Estas son galletas caseras! (Las mira con avidez).

Yo: Parecen galletas, pero son paledonias porque la persona que las hizo no tiene gas desde hace como un mes y las hizo en una sartén eléctrica.

Guardia: Ah. (Continúa moviendo la escasa ropa, palpando las paredes de la maleta y mirando con hambre las galletas/paledonias).

Yo: (En voz baja) ¿Quiere una?

Guardia: …Pero nos pueden ver…

Yo:  No hombre, con cuidado

Guardia:  Bueno

Yo: (Estiro la mano para dársela).

Guardia: (apresurado):  No, no. Mejor no.

Yo: (Me encojo de hombros).

Guardia: (Abriendo un morral que, además del aguacate, la panela y las galletas/paledonias, va también dentro de la maleta, lleno de diapositivas de nuestra vida en Mérida previa a la fotografía digital. Son como 6 kilos de diapositivas que supuestamente vamos a digitalizar).  ¿Y esto qué es?

Yo:  No las conoces porque eres muy joven. Esa es fotografía antigua. El cuadrito este se ponía en un aparato que tenía una lámpara y veías la foto en una pantalla.  (El saca una y la mira a trasluz fascinado. La caja dice “Excursión Pico Bolívar 1982”. Unos veinte años antes de que naciera).

Guardia:  ¿Usted es de Mérida? (por lo de “Pico Bolívar”).

Yo:  Casi. Nací en Trujillo, pero me crié en Mérida.

Guardia: De Trujillo, ¿de qué parte?

Yo: (En broma, usando una expresión de mi época): De la calle arriba (así se referían los locales a una de las dos largas calles que atraviesan la ciudad. En realidad se llamaba calle Independencia).

Guardia:  Ah… De Trujillo, Trujillo (el estado y su capital llevan el mismo nombre). Yo soy de Motatán. (Ahora entiendo su delgadez. Motatán es del estado Trujillo, una de las regiones más pobres de Venezuela).

Yo:  Paisanos, entonces. Mi papá trabajó algunos años en Motatán. En el Central.

Guardia:  El Central Azucarero.

Yo: Ajá

Guardia: (En voz baja).  Eso está en el desastre.

Yo:  Me imagino.

Guardia: (Cerrando la maleta desordenadamente) ¡Que tenga buen viaje!

Yo:  No. Déjeme acomodar bien el aguacate, en el fondo, no me lo vayan a quitar en la aduana en Italia.

Guardia: (Un poco escandalizado)¿Cómo? ¿Y por qué le van a quitar un aguacate? (Recordemos que es un ser con hambre).

Yo:  Porque si tuviera alguna enfermedad podría contaminar otros vegetales del país, supongo.

Guardia:  No sabía eso.

Yo: (¡Tantas cosas que no sabes, hijo, y ya tienes un arma!). Lo siento por la paledonia

Guardia:   (Sonríe débilmente).   Tranquila.

(En el fondo casi oigo un coro cantando en son de burla):

Viva Venezuela mi Patria querida…

 

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3 comentarios en “Aguacate, panela, paledonias y diapositivas”

  1. Hola Lou, que tristeza de dialogo y de escena, por toda la carga de injusticia y de dolor que trae asociada… me atormentan la cadena de errores y decisiones que han permitido que suceda esta tragedia a nuestro pobre país… a nuestro pobre mundo… Como hemos caído tan bajo, para que los intereses más mezquinos, los anti-valores que alientan la corrupción y la ambición sean los que tengan prevalencia sobre los valores y principios de las sociedades sanas…. esperemos tener la capacidad de ver el regreso progresivo del deber ser! Un abrazo

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