Morbología y sintaxis

Villa del Casale. Sicilia. Siglo IV.
Villa del Casale. Sicilia. Siglo IV.

Hay palabras tontas. Es más, hay palabras verdaderamente estúpidas. O, con más exactitud, hay gente tonta que inventa palabras tontamente. Porque, obviamente, las palabras son inocentes de todo. Son objetos abstractos, hechos de aire. Los hablantes luego decidimos cuando son malas o buenas o feas o hermosas.

La palabra “burkini” es un ejemplo de palabra estúpida. Y es que cuando los hablantes de inglés quieren meterse con la morfología fallan a menudo miserablemente porque el inglés es una lengua cuyas palabras cambian poco. Cada lengua tiene sus particularidades y sus dificultades. La fonología del inglés es compleja, la morfología, en cambio, asombrosamente simple. Un verbo inglés, por ejemplo, tiene, en el mejor de los casos tres formas diferentes, la del infinitivo, la del pasado y la del participio pasado: write, wrote, written, por ejemplo, para el verbo que en español es “escribir”.  Ah, dificultad extrema para el hablante de inglés es recordar que la tercera persona añade una –s- al final: I/you/we/ they/ write, pero she/he/it writes. Tener una morfología más o menos rica no es pecado ni de las lenguas ni de los hablantes. Las lenguas arrastran una historia propia y los hablantes no tenemos opciones. Nacemos dentro de una de ellas y tenemos que hablar la que nos toque en suerte.

Pero volvamos a la palabra burkini y mi planteamiento de su estupidez. Una forma de fabricar un sustantivo compuesto es tomar dos simples y juntarlos (saca +punta = sacapunta; saca + corcho = sacacorcho), no podemos simplemente tomar sílabas aisladas y combinarlas como nos dé la gana: saca + corcho = *sarcho.

Y es que la palabra bikini NO se puede fragmentar. Para empezar, el traje de baño que llamamos bikini fue llamado así porque la forma del triángulo inferior le recordó al inventor de la prenda una desafortunada  isla del Pacífico que ya se llamaba (se sigue llamando) en lengua nativa “Bikini” mucho antes de la re-invención de este traje para bañarse. Digo re-invención porque el atuendo ya aparece en un mosaico de la antigüedad romana usado por mujeres que se dedicaban al deporte.

La burka o burqa, por otro lado, es una prenda que cubre de la cabeza a los pies a ciertas mujeres que han tenido la desgracia de nacer en un mundo que las quiere invisibles para que sus enfermizos hombres no “caigan en tentaciones”. La prenda en cuestión (la burqa) tiene ante los ojos una rejilla misericordiosa para que la mujer pueda ver el mundo, cuadriculado, es cierto, pero mundo al fin, sin necesitar un bastón de ciega para caminar. La palabra burkini, entonces es un desastre por donde se la mire. No es burka, porque el “burkini” deja la cara descubierta. Ni es bikini, porque cubre TODO el cuerpo y el bikini es lo opuesto.

Pero la enfermedad de la palabra, no es nada (la arbitrariedad del signo, etc.) comparada al morbo de los políticos que creen defender la seguridad de la sociedad atacando a unas pobres mujeres ya laceradas por un patriarcado feroz. Es decir, hay políticos que quieren obtener su cuota de popularidad atacando a los más débiles del sistema.

Creo que si por desgracia (uno de los nombres del azar) yo fuera una mujer de estas a quien le dicen que puede tener la experiencia de bañarse en una playa, pero que debe cubrirse con un traje especial, me pondría ese traje inmediatamente con tal de tener la experiencia.

Dicen que en Niza, unos guardianes de la moral occidental obligaron a una mujer en “burkini” a quitárselo. La violencia de este acto de desnudar a alguien a la fuerza me parece inconcebible. En Italia los atacantes de las mujeres en burkini son de extrema derecha (Salvini, de la Lega Nord, por ejemplo)… En resumen, todas las malas políticas de integración de los inmigrantes en la sociedad europea han fallado ¿y atacamos a las mujeres en burkini?

Todo me huele a que en verdad Europa anda dando palos de ciego con este problema de la integración. Y que en el fondo, la integración ni la quieren.

Pero es un buen negocio. Como el de la venta de burkinis.

 

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