Miró fuera de la caverna. Esperaría hasta las 21 de la tarde cuando el sol rojo comenzara a ponerse lentamente, el calor fuera menos insoportable y la luz menos cegadora.
Observó el termómetro: 40 grados.
La idea de arrastrarse atravesando aquel infierno hasta la Gran Cueva que les servía de ágora no lo seducía especialmente. Pero el Jefe Máximo había dicho que era esencial para todos conocer al recién nacido ya que era un símbolo de esperanza.
Hacía tiempo que no había nacimientos en este grupo. Los hombres habían dejado de producir semen. Y aquellos que aún podían hacerlo preñaban mujeres que no eran capaces de llevar a término la gestación.
Estaban en peligro de extinguirse. Ya eran solo un pequeño montón de personas de mediana edad y ancianos. Muy pocos jóvenes.
Esa noche, examinarían minuciosamente entre todos las condiciones que habían permitido ¡finalmente! el prodigio de ese nacimiento.
¿Tal vez las cavernas más profundas y oscuras eran más frescas y amables con los espermatozoides?
#COP25