Florecimientos

En Mérida, hace años, conocí a alguien que había sido abandonada por su madre a los 5 años. Así. La madre la dejó y se fue. No volvió a verla nunca más.

Esta niñita abandonada, contra todo pronóstico, incluidos los de la psicología y la psiquiatría, no es hoy en día una mujer que se haya entregado a la prostitución, a las drogas ni al alcohol. Tampoco sufre ninguna sociopatía, no es una malandra, ni padece algún trastorno psicológico. No fundó ninguna religión ni ningún partido desde donde magnificar su personalísima tragedia.

Por el contrario, es una gran persona humanamente hablando; es generosa, alegre, con una autoestima envidiable y una gran inventiva. Es madre de dos hermosas hijas con quienes vive y a las que ayuda a pasar de la mejor manera este difícil tránsito que es la vida. Un día me contó su historia sencillamente. Sin aspavientos, sin gritos ni desmayos, sin lágrimas. Y en un florecimiento de generosidad me confesó que le gustaría tanto encontrarla para decirle que nunca le había guardado rencor y que la entendía perfectamente. Tal vez intuía la desdicha que había forzado a la madre en su terrible decisión.

En otra historia, relacionada, pero la misma, un día yo estaba en una tienda con una amiga triestina. En la larga cola para pagar había unas plantas para la venta. Entre ellas una muy hermosa, florecida, tal vez de la especie succulenta, no soy experta. Costaba dos euros y yo quería comprarla. Mi amiga (es botánica) me dijo “no la compres”, y le arrancó una hojita y me la dio. “Estas nacen muy fácilmente”. Guardé la hojita en el bolsillo de la chaqueta y la encontré ¡un mes después! cuando volví a usar esa chaqueta. Un poco sin convicción enterré la hojita, casi seca, en una maceta. La hojita pasó un tiempo allí, sin crecer, pero viva. En poco tiempo tenía dos, cuatro, ocho retoños. A dos años de ese hecho, me regaló estas bellísimas flores que quiero compartir con ustedes.

Los seres vivientes a veces tienen formas misteriosas de nutrirse y transformarse en realidades maravillosas, aún en las peores condiciones.