Yo fui muy aficionada a leer La Biblia. Sobre todo el Antiguo Testamento, por sus narraciones suculentas y extraordinarias.
Precisamente recordaba en estos días El Libro de Judit. Para aquellos que no conocen el corazón del cuento: Judit una hermosa viuda hebrea urde un plan para acabar con Holofernes, general asirio que está por destruir a su pueblo. Se presenta a este como una disidente hebrea y pide refugio en el campamento asirio prometiendo información importante. Holofernes cae en la trampa y en un banquete que da para homenajearla (y de paso cogérsela), bebe demasiado y, mientras duerme la mona, Judit lo decapita, regresa al campamento judío y entrega la cabeza del jefe enemigo. Muerto el perro, se acabó la rabia. Una misión diplomática de las de antes (de Cristo).
Pero lo que me golpeó al leer esta magnífica historia (yo tendría 11-12 años) fueron las palabras de Holofernes a su mayordomo (eunuco, por supuesto) Bagoas. Según varias versiones, el contenido es más o menos este:
12:11 Y dijo a Bagoas, el eunuco que era su mayordomo:
«Trata de convencer a esa mujer hebrea que está bajo tu cuidado para que venga a comer y a beber con nosotros.
12:12 Porque sería vergonzoso que dejáramos partir a una mujer como esta sin haber gozado de ella. Si no logramos conquistarla, ella se burlará de nosotros».
Creo, sinceramente, que este lema ha estado inconscientemente en la mente de los “poderosos” siempre. ¿Recuerdan a Trump? : Si tienes plata les puedes agarrar el coño cuando quieras, a la que quieras…
Y ojo, ese “poder” puede ser cualquier pequeño, incluso minúsculo o despreciable trozo de ventaja que se pueda interpretar como “poder” en un momento dado: los profesores en sus cátedras (¡ay! la famosa ley del colchón), los sacerdotes en sus confesionarios, los policías en sus cuarteles, el ínfimo empleado público en su oficina, el médico en su consultorio… Cualquier hombre (cromosoma XY) del mundo por feo, deforme o inculto que sea habrá sentido la tentación y hasta el derecho de reclamar su “piece of tail” a cambio de algo que una mujer (aunque bella, inteligente o culta) NO tenga en ese momento. ¡!!Está hasta en La Biblia!!!
Y las palabras que dice Holofernes, no las dice porque era asirio y por tanto despreciable. Las dice en tanto hombre. Recuerden al pío David escogido por Dios para hacer descender de él al pueblo elegido. Se entusiasma (me niego a decir “se enamora” porque las erecciones y el amor no son equivalentes) con Betsabé, una mujer casada y honorable ¡y hermosa, claro! a quien espía desde una terraza cuando esta se baña. Y su solución no es la reflexión y el autocontrol. Es mandar a traer a Betsabé, cogérsela y posteriormente enviar al marido a un frente de batalla del que sabe no regresará nunca vivo.
David (que no sufría por falta de mujeres, pues tenía muchas) hace, posteriormente, de Betsabé, su esposa. Y de la casa de este David, el super voyeur del Antiguo Testamento, desciende el pueblo elegido. Sin problemas. Las religiones (también) son territorio XY.
Volviendo a Plácido, un caso que me entristece mucho, solo puedo decir que confesó su abuso de poder. Con sus facultades mentales plenas. Lo que implica que no hubo mentiras por parte de sus acusadoras. Todo pasó así porque, hasta ahora, ha pasado así, como dijo un consternado y hasta ingenuo Plácido al comienzo del rollo: “Las reglas parecen haber cambiado”. Las ahora-acusadoras pasaron por un territorio masculino y tuvieron que pagar. De la misma forma que antes de Cristo… Pero los tiempos cambian… Lentamente, pero lo hacen.
¿Le hacía falta a Plácido este pago? No. Pero imagino que ciertos actos se hacen adicciones. Cazar puede hacerse un vicio como lo demostró el Rey Emérito Juan Carlos quien al final de sus años de cazador ya pagaba por cazar presas drogadas. La soberbia es mala consejera. Y no saber adecuarse a los tiempos puede ser fatal.
La persona Plácido Domingo puede ser o no culpable. Le corresponde a otras instancias decidirlo.
En lo que a mí respecta hubiera preferido no conocer sus miserias, claro; pero su voz, su obra, quedará más allá de toda sospecha.
(Fuentebíblica: