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¡Santas Bananas, Batman!

      Me he dado cuenta hace tiempo que hacer enfurecer a un chino es una cosa fácil. De entrada debo decir que en particular NO me llevo tan bien con los chinos. En general me gustan algunas de sus cosas: su historia admirable, la filosofía, la pintura, la caligrafía, la medicina china, bla bla bla.

    Pero creo que muchas cosas están overrated La llamada New Age ha puesto de moda indiscriminada y superficialmente temas como la acupuntura, el feng shui, etc. que (sobre todo este último)  me parecen una buena sarta de engaños a occidente. Las baratijas sicológicas que nos venden ahora, vamos.  Que las otras las venden desde hace siglos porque son excelentes comerciantes.

Lo cierto es que la imagen del chino sonriente, es más un cliché que otra cosa. En Trieste se la pasan acelerados. No puedes preguntarles nada porque se alborotan. Y debo confesar que me divierto con el asunto, por lo tanto siempre les hago muuuuchas preguntas, jejejejeje. NO ES politically correct. Y me importa un pepino. También la supuesta correctness está overrrated.  Hay etnias que son más simpáticas que otras, y es algo muy personal. Es como los acentos de los idiomas. Unos te gustan, otros menos.  Bueno, vamos a decir que las etnias son como «acentos genéticos» y dejémoslo así.

Pero poniéndome un rato en los zapatos de un chino (o en sus sandalias, más bien), los chinos tienen toda la razón de vivir crispados: Llegan a occidente y se dan cuenta de que TOOOODO hubiera podido  ser tan fácil para ellos desde el principio (de haber nacido en estos lados). Hubieran podido, por ejemplo:

  • Comer con un tenedor y un cuchillo
  • Hablar sin tener 10 tonos. Hablar sin cantar, vamos.
  • Leer y escribir con 24 letras en lugar de 1000-3000 caracteres
  • Contar de 10 en 10 en lugar de cambiar de base a cada rato (sí, su sistema numérico cambia de base cuando menos te esperas) 
  • Aplastar una cucaracha sin que te pase por la mente la reencarnación…

Se enfurecen, claro está. Se sienten estafados por la vida. Y la pagan con el cliente por supuesto. Por eso hay tantas artes marciales por allá. Le quieren caer a tortazo limpio al que se atraviese. Por eso también tanta meditación, tanto budismo…para tratar de calmarse un poco entre dos patadas voladoras.

Hay un negocio chino del que somos clientes fijos porque venden de todo:   malta, harina PAN, plátanos y leche en polvo y hasta cilantro (los viernes).  Queda cerca de la estación, obviamente, la zona más internacional de Trieste.

Un día regresábamos a la casa y le dije a E.  que entráramos un momento para comprar unos plátanos, una harina PAN y una lata de leechees (esa especie de pomarrosas chinas en almíbar, que me encantan). Yo escojo mis cosas, agarro mi cesta de víveres y voy a la caja a pagar. Peeeero, el chino cajero estaba ensarzado en una dolorosa discusión con un africano «Vuccumprá». ¿Porqué digo dolorosa? Porque ninguno de estos dos personajes  SABÍA HABLAR ITALIANO LO SUFICIENTE como para que la pelea fuera efectiva. ¿Han tratado ustedes de pelear en otra lengua que conocen poco? Es frustrante.

La pelea era porque el africano Vuccumprà estaba comprando como 10 encendedores (que a su vez revende por las calles). Y quería pagar los encendedores con una bolsa de monedas de 5 y de 10!! El chino se negaba a venderle.

Yo mientras tanto había sacado la  harina, las leechees y los plátanos y los había apoyado en el mostrador y me distraía viendo los esfuerzos del chino por hacerle entender al Vuccumprà que era el que llevaba la voz cantante porque sabía  un poco más de italiano.

El Africano argüía lentamente como salmodiando una oración:

Io compro sempre ti (yo siempre te compro a ti)

Io lavoro come ti (yo trabajo igual que tú)

Io ho i soldi. Soldi buoni. Io lavoro come ti (yo tengo dinero, buen dinero, yo trabajo como tú)

El chino atropellado (como un chino) le cantaba siempre la misma frase porque no se le ocurría más nada:

No può pagale questi soldi. No può pagale questi soldi. No può pagale questi soldi.

(no puedes pagar con esta plata, no puedes pagan con esta plata, no puedes pagar con esta plata)

Y añadía como refuerzo de su pobre argumentación:

Fanculo, fanculo, fanculo

(a tomar por culo, a tomar por culo)

Y el africano no se quedaba atrás recitándole con voz lenta:

Fancuulo anche ti

(a tomar por culo tú tambieeen)

La cosa parecía sin solución aparente por el exceso de monedas y la falta de buenas palabras…

cuando de repente..

se oye como un alarido chino de mujer (o de mujer china) desde una de las islas de la ropa y la comida,  y el chino cajero se encabrita, y totalmente enfurecido agarra mis plátanos del mostrador  y

                                                                                                                                 

 ZUÁS

                                                                                                                                         ZUÁS

                                                                       ZUÁS

……se los tira a alguien por encima de mi cabeza!

Yo me volteo rápido y veo a un vagabundo, (de raza blanca)  que sale corriendo sobándose la cabeza con una mano y agarrando fuerte una botella de vino con la otra.

El chino lo persigue a platanazo limpio por una cuadra, pero el vagabundo se le escapa. El chino entra al negocio resignado  y él y  la mujer  siguieron su algarabía durante otro rato, alternando con frases en italiano dirigidas a mi, que esperaba en la caja:

io poltale otlo banana, io poltale otlo banana.

(yo le traigo otros plátanos, yo le traigo otros plátanos)

Ya más calmado fue atrás y me repuso los plátanos rotos, que menos mal no tuve que pagar: los rotos, digo. Los que me trajo nuevos si que los pagué.

A todas estas el vuccumprà que se había paralizado también por el desastre,  aprovecha para argumentar en su favor  y le dice:

guarda:  è quello che ruba, io lavoro come ti.

(fíjate, ese es el que te roba, yo trabajo igual que tú)

el chino totalmente fuera de sí agarró las monedas y le entregó los encendedores de mala manera  murmurándole otros dos  «fanculo» de ñapa.

Yo me fui con mis plátanos, el vagabundo  con su vino, y el Vuccumprá con sus encendedores.

…………..y el chino?

Bueno. Pues se quedó más caliente que plancha de ídem.

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