Nunca me han gustado del todo los refranes. Tal vez porque mi abuela materna los usaba todo el tiempo como una sabiduría única e irremisible que no dejaba posibilidades. Que no permitía resquicios, que no dejaba lugar para la duda.
El refrán, sin embargo, es una muestra de resumen de la experiencia humana que es admirable.
Cuando uno dice en Venezuela “El que nace barrigón ni que lo fajen chiquito” imagino que han pasado generaciones humanas que han observado la experiencia irremediable de nacer barrigón, y observado, a la vez, la inutilidad de los esfuerzos de ponerles fajas a los niños barrigones que –según el refrán— lo serán siempre.
Es justo esa imposibilidad de cambiar las cosas lo que me molesta del refrán. Es esa falsa sabiduría que esconde impotencia o simplemente ignorancia no admitida.
Cuando mis hijos estaban pequeños y decían “quiero tal cosa” mi marido me contaba que cuando él a su vez era pequeño y decía lo mismo («voglio», en italiano) su padre, “sabiamente” le decía “l’erba voglio cresce soltanto nel giardino del re” lo que en español es “la hierba ‘quiero’ crece solamente en el jardín del rey”. Y ahí terminaba la interacción… Eran épocas post fascismo, post guerra. El autoritarismo era todavía LA manera de educar los hijos.
Ayer regresaba del mercado y en la parada del bus pesqué una conversación entre una abuela (algunos años mayor que yo) y sus dos nietitos niña y niño de 4 y 6 años. Cuando oí la conversación la abuela estaba diciendo:
…en cambio si dices “vorrei” (quisiera) la palabra tiene un sonido diferente al oído. Más agradable.
Inmediatamente reconstruí la escena. La niña o el niño, no sé, había pedido algo. Habían pronunciado el célebre “quiero”, pero la desafortunada ‘erba voglio’ –al parecer– había desaparecido de la escena. El refrán aniquilador de posibilidades y de diálogo ya no estaba. Había sido sustituido por una explicación que alumbraba una posibilidad, una perspectiva; por una esperanza que podía tocarse, vislumbrarse con un gentil cambio de formas verbales, con un movimiento del indicativo al subjuntivo: quiero/quisiera…voglio / vorrei
Esa abuela había seguramente crecido como yo entre la sabiduría ‘aforística’. En la marginación del autoritarismo.
Pero, al parecer, había aprendido a adaptarse a los tiempos. Y sobre todo, a no repetir errores.
Los cambios positivos de la humanidad sí se producen. Son sutiles, y lentos, pero existen.
Quisiera que algunos cambios hubieran venido para quedarse.
Muy bueno…! Saludos tía Lou.
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