Rupestre

 En este confinamiento he pensado mucho en cavernas y cuevas. Desde la caverna de Platón hasta la Cueva del Guácharo, que es una simpática ave venezolana que habita en la famosa cueva homónima. Cueva además poblada por una enorme comunidad de murciélagos, tan de moda.

Pero es por otras razones que pienso en la caverna. Por cuestiones de confinamiento, mi maridito y yo nos hemos dividido las tareas hogareñas. Normalmente, es decir, a.c (antes del corona), ambos hacíamos compras al buen tuntún. Es decir, cada cual traía a casa lo que le apetecía. Y una vez a la semana se hacia una lista más razonable y se procedía.

Ahora no. Como solo puede salir uno de los dos, por cuestión de reglamentos, sale él. La razón es sencilla: sexo fuerte = puede cargar más cosas. Entonces yo le hago una lista. Y él hace … lo que buenamente puede, como todo hombre al que la mujer le da una lista de compras.

Luego vendrán las preguntas:

—¿Me trajiste los pepinos?

—Sí, aquí están

— Eh… Estos son calabacines…

—Coño, verdad…  !Yo juraba que eran pepinos!

—Pues no. Son muy diferentes. ¿Y ahora qué le pondré al gazpacho?

—¿No sirve el calabacín?

—(Silencio)

—Lo que sí conseguí fue una cerveza blanca a muy buen precio. Traje dos cajas.

…Yo ante esta situación no digo nada porque sé que es inútil y porque, vamos a ver, la cerveza me gusta. Pero, ajá. ¿Y el gazpacho?

Y como una cosa lleva a la otra, y como hay tanto tiempo para reflexionar, caí en cuenta de que este problema de incomprensión de parejas ante la lista de la compra es viejo, viejo, pero muuuy viejo. Y como me ha dado por sentirme en una caverna por esto del confinamiento, me desperté el otro día de un sueño cavernícola que tuve y…  caí en cuenta… Pero no dije !!!“eureka”!!! como el griego,  dije !!¡coñooo!!! Ya verán por qué…

Porque las pinturas rupestres, nada de arte primitivo ni ostras. Fueron las primeras LISTAS DE LA COMPRA. Ahora nadie me lo quita de la cabeza. Tiene lógica.

Imaginemos a la pareja: Rupestro y Rupestra. El día ANTES de la cacería (la antigua compra) ella prende la antorcha, prepara sus pinturas y lo lleva a la pared de turno, donde le da clases de noche.

—¡Rupestro!, ponme atención.

—Ajá

—Vas a traer VE-NA-DO

—Ajá

—Mira, el venado es ASÍ (Y le dibuja el venado)

—Ajá

—NO TRAIGAS BISONTE. Todavía hay montones de bisonte seco ahí afuera que nadie se quiere comer y se está pudriendo….mira bien. El bisonte es ESTE (y se lo dibuja); el grandote. ¿De acuerdo?

—Ajá

—El que tiene los cuernos pequeñitos. ¿Te fijas?

—Ajá

—El venado es el pequeñito, pero que tiene los cuernos grandes. REPITE: bisonte grande, cuernos pequeños; venado pequeño cuernos grandes.

Y en algunos dibujos, la Rupestra hasta le ha dibujado las flechas y las posiciones  que indican el arma y la estrategia que tiene que utilizar:

—Rupestro, óyeme, NO caces al venado con la maza porque lo mazacras (no habían inventado ni la orti-cultura ni la orto-grafía). Y así mazacrado, la piel queda hecha un asco. No se saca ni un taparrabo decente… Ya sabes: venado con flechita. ASÍ. Y allá le pintaba el dibujo alusivo.

Y al día siguiente, allá se iba el rupestre Rupestro que, como no se había inventado el papel, no se podía llevar la lista, entonces deambulaba tratando de memorizarla.

Y quién sabe con qué regresaría a la caverna. Y, sobre todo, cómo lo recibiría Rupestra…

Porque con esos 10 animalitos pequeños, de orejas grandes, sin cuernos, que fue lo que encontró, la piel no iba a dar ni para un centro de mesa.

 

 

 

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2 comentarios en “Rupestre”

  1. Hola Gladys. No sabes cuánto agradezco tu comentario. Estos días son tan difíciles y tristes que saber que alguien se ha reído conmigo es gratificante. Un abrazo inmenso.

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