No podemos vernos la nariz. Esta afirmación no es metafórica, se refiere a un hecho real de nuestra fisiología. El cerebro humano cuenta con una aplicación (las apps son viejas) que hace que cuando miramos al frente nuestra nariz (sin importar su tamaño) desaparezca literalmente de nuestro campo visual a pesar de que los ojos la perciban. Y esto, para que podamos ver sin distracciones inútiles lo que tenemos al frente. La app es gratuita y viene de fábrica.
Ya poniéndonos metafóricos (otra aplicación del cerebro) diríamos que cuando uno está “dentro” nota menos las cosas. De otra manera no se vive. Por ejemplo, cuando la gente llega a mi casa en Trieste y oye el tren que pasa al lado, me pregunta si no me molesta el ruido del tren. Y más de una vez casi respondo ¿cuál tren? Es que a fuerza de oírlo, ya no lo oigo.
Ahora demos otro salto, que la metáfora es elástica y da para rato. La política italiana siempre ha sido extravagante y tiene episodios memorables. Pienso así, rápidamente, en la candidatura al parlamento italiano de la estrella de películas pornográficas apodada La Cicciolina (“la carnosita”: no es sutil, ya sé). La Cicciolina fue candidata por el primer partido ecologista italiano llamado La Lista del Sole y fue elegida en 1987 como senadora de ese partido. Entre sus propuestas estuvo la de hacer el amor (ella) con Sadam Hussein si este devolvía la paz a la región, antes de la Guerra del Golfo. Ya sabemos cómo terminó el asunto. Sadam se acobardó ante la abundancia de la Cicciolina y todo se fue al traste.
Otro ejemplo menos encantador fue Umberto Bossi, llamado el senatúr, líder de la Lega Nord, partido que ha propuesto entre otras barbaridades, la secesión de la región Norte de Italia y la fundación de un nuevo país llamado Padania, (donde la letra itálica se llamaría padánica, imagino). Pues bien, una de las más famosas declaraciones públicas, o púbicas, de este personaje, que luego se convirtió en eslogan (la frase), fue “c’e l’ho duro” (lo tengo duro). Cosa que a los italianos les hacía mucha gracia en su momento. Ya no hizo tanta gracia cuando tiempo después lo acusaron de robarse los dineros del partido para financiar asuntos familiares. Se retiró por desgaste político (como la Ciccio). Porque estaba viejo y quemado. No por complicaciones legales derivadas de su desfalco.
Más recientemente, leo en el diario local “Il Piccolo” que en noviembre del año pasado hubo un candidato a alcalde de la localidad de Cormons, cerca de Trieste, a quien le descubrieron entre sus travesuras que había sido estrella porno. Ciertos vicios perduran.
Sin embargo, Ettore Guido Basaglio Ribaudo (así se llama el pornopolítico de la foto), a pesar de reunir en su persona las mejores cualidades de los anteriores senadores (estrella porno y tenerlo duro), no ganó la alcaldía. Pero no porque hubieran descubierto su pecadillo. Sino porque al parecer estaba mejor preparado para las camas, digo para las cámaras, que para los escritorios y los maletines. O algo así.
La razón por la que atesoro tanta información ociosa es que me es útil para defenderme.
Cuando la gente me pregunte ¿es verdad que los venezolanos tienen un Ministerio de la Suprema Felicidad del Pueblo y otro de Agricultura Urbana? podré fingir que no oigo el tren que pasa y suspirando preguntar, así como al desgaire,
¿y qué será de la vida de La Cicciolina?