Una anécdota muchas veces repetida es la de Jean Piaget, psicólogo francés, y uno de los más importantes investigadores sobre la mente infantil.
Piaget, como parte de un artículo sobre la memoria contaba que su recuerdo más vívido lo transportaba a cuando tenía unos 3 años y un bandido asaltó a su niñera cuando ésta lo paseaba por el parque en su cochecito. Recordaba cómo el bandido le había quitado a la niñera el monedero y un reloj valioso que había sido del abuelo de Piaget y que la madre del entonces bebé Piaget le prestaba a la niñera para que el paseo tuviera la duración adecuada (era metódica, como después el hijo). Piaget cuenta que recordó durante años con lujo de detalles el bandido, el robo, el miedo, el parque, su cochecito…
Muchos años después, la madre de Piaget recibió una carta y un paquete. ¿Ya adivinan quien escribía? La niñera. En medio de una crisis de religiosidad, pedía perdón en la carta por haber inventado esa historia y devolvía el reloj que supuestamente le había robado el bandido.
Hace poco recordaba (ahora me da miedo esta palabra) esta anécdota porque los estudios de la memoria vuelven a estar de moda. Y porque leí un artículo que cita una frase graciosa del escritor Ray Loriga (a quien no conozco, o que tal vez ya he olvidado) que dice “La memoria es el perro más tonto, le tiras un palo y te devuelve cualquier cosa”.
Siempre me ha parecido que la pregunta ¿qué hacía usted la tarde del jueves 13 de noviembre del año 2014 entre las 2 y las 3 de la tarde? es totalmente absurda o risible.
¿Cuántas injusticias se habrán cometido por lo que olvidamos y cuántas otras por lo que «recordamos» o creemos «recordar perfectamente?
Ps: el martes 17 de marzo de 2015, entre las 10 y las 11 de la mañana yo leía el artículo siguiente: (creo…)
http://elpais.com/elpais/2015/03/17/ciencia/1426594318_686244.html