Volando bajo, parte II: la Guardia del Pueblo

 

Guardia del PuebloEn el post anterior, la autora había quedado agarrada al clavo ardiendo de la sintaxis del nuevo Presidente de la Asamblea, Henry Ramos Allup (HRA, para abreviar).

Ya sé que entre las pocas personas que me leen hay muchas “resteadas” con la MUD representada por HRA. El verbo “restear”, muy venezolano (tanto, que según el DRAE es usado sólo en Venezuela) nunca me ha gustado. Sabe a desesperación, a apuestas de juego entre tragos. A azar puro. Nada que ver con las relaciones causa-efecto tan detestadas por el venezolano común. No en balde, el chavismo lo usó en la tristemente célebre consigna: “Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”.

Estas cosas las meditaba yo en el aeropuerto internacional Simón Bolívar antes de regresar a Trieste mientras contemplaba la portada de la revista Zeta con un dibujo de HRA haciendo uno de esos gestos indecentes que le dieron vuelta al mundo a través de los medios sociales. Decidí no comprar la revista, no sólo por la portada, sino por el horror (deformación profesional, sorry) a sus errores de ortografía y sintaxis que la caracterizan.

Caminaba arriba y abajo en la parte internacional haciendo ejercicio para evitar las piernas hinchadas del largo viaje a Trieste vía París y esperando que abrieran el mostrador de la aerolínea. En una de esas vueltas calisténicas, me tropecé con unos ocho miembros de la Guardia del Pueblo. Nunca había visto de cerca a este cuerpo élite de la GNB. Recuerdo que fue fundada en 2011 por el mismísimo Chávez con vagas funciones de “seguridad preventiva”. Si ustedes se toman la molestia de mirar en Google Images “guardia del pueblo” verán fotos de los atropellos cometidos por este cuerpo elitesco. En el mejor de los casos las fotos los muestran confiscando cerveza Polar.

Miembros de esta honorable guardia estaban allí inmóviles. Me pregunté qué diablos hacían y seguí en mi gimnasia. Volví a pasar por el puesto de revista desde donde HRA me seguía haciendo gestos indignos de un político serio. Pero me encogí mentalmente de hombros pensando. ¡Es Venezuela! Que conste que cuando esta frase me viene a la mente, el tono (mental) es de cariño lastimoso. Como el que se tiene por un hijo medio crápula, pero simpático, eso sí.

Ya me había olvidado de la Guardia del Pueblo y de la revista cuando vi a la Guardia del Pueblo en acción.

En una de las salidas, estaban todos. Unos escoltaban a algunos chavistas, machos pesados de la especie que regresaba del exterior (no de Cuba, ni de Angola, no de Corea del Norte, ni ninguno de los países afines a la ideología chavista). Regresaban de Francia, un despreciable país capitalista. Otros escoltaban a las hembras de la misma especie, rellenas de silicones hasta más no poder. Con las prótesis mamarias casi a la vista (hay que exhibir lo que se ha ganado con el sudor de su frente) y las prótesis nalgarias casi a la vista también. Porque entre la prótesis trasera, la tanga y los leggins con diseño de camuflaje militar (la burla es completa) quedaba poco a la imaginación. Un tercer grupo de Guardias del Pueblo custodiaba el botín, en forma de 6-8 maletas por familia cuidadosamente forradas de plástico, !por si los choros! que abundan en los aeropuertos.

El grupo feliz de machos, hembras, cachorros, guardaespaldas y guardias atravesaron con TODA SEGURIDAD la distancia entre las puertas automáticas del aeropuerto y las puertas (ídem) de las correspondientes HILUXes y 4 RUNNERs que los esperaban. Las hembras de la especie se abrazaban enternecidas por la cruel e inminente despedida y fingían besarse, con cuidado de no alterar sus bocas infladas, de no dejar caer sus Ray Ban Aviator de espejo, de que no se les enredaran las carteras Louis Vuitton,  de no rozarse con las prótesis mamarias, o no despeinar sus pelos queratinizados, o no trastabillar con los tacones de vértigo que hay que usar para mover con gracia los implantes traseros: ¡ah! la vida revolucionaria puede ser ¡tan complicada!

Los machos miraban complacidos la felicidad que habían proporcionado a su clan. La Guardia del Pueblo se distribuyó impasible en los vehículos de lujo para seguir ayudando al esforzado Pueblo a que sus preciadas posesiones llegaran a buen fin. En Venezuela no hay inseguridad, ¡pero es mejor prevenir!

Durante toda esta actividad de la «Guardia del Pueblo» estuve allí. Con lágrimas (verdaderas) en lo ojos. Pensando que pronto yo estaría fuera de Venezuela. Pero que en verdad daría quién sabe qué por quedarme. Con todo esto. Con el chavismo resteado, con la oposición resteada.

Para aprender a ser más venezolana y (tal vez) menos racional.

¡Para restearme alguna vez en mi vida, pues!

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