Pierde Hillary, Gana Trump. Es lo primero que veo esta mañana. Cierro la laptop inmediatamente y preparo a toda prisa mi equipo de crisis: Hago una arepa (sí, en Italia se consigue harina PAN, sorry), preparo una taza de mojo trujillano con un toque de ají chirere que me preparó un amigo que pasó por Trieste, añado un capuchino italiano y pongo como música de fondo para desayunar el álbum Blues Roots. No hay nada que este equipo para emergencias no alivie.
Después de la arepa con mojo trujillano y el capuchino, y sobre todo oyendo Help Me de Sony Boy Williamson, comencé a sentirme mejor.
Trump, trump, trump. Siempre me ha sonado a trompada. A tortura visual, espiritual, física. Siempre me han dolido los ojos cuando lo miro, y me han sangrado los oídos (y no sólo por ser mujer) cuando lo oigo. Me ha pasado con otras figuras políticas también. No tengo que darles nombres. Ya lo he dicho antes.
Pienso en lo que hará Trump en la presidencia:
- Se pondrá inmediatamente a construir el muro…
- Mandará a poner presa a Hillary como prometió…
- Morirá en poco tiempo por abuso de viagra, de tinte para el pelo o de radiación bronceadora. En las elecciones tuvo una sobredosis de todo esto…
- No resistirá las tentaciones (ahora exacerbadas por este nuevo poder) como «pussy-grabber» y entra en un escándalo sexual con impeachment incluido. Recuerden que Bill Clinton estuvo cerca y que muchos republicanos mismos detestan a Trump y echarían una mano gladly…
Sin embargo, las cosas en política, sobre todo en democracia son bastante lentas. Toman su tiempo. No como en Venezuela donde los dictadorzuelos pueden parir leyes, decretos, partidas de nacimiento, apropiarse de industrias, y de cuanto se les ocurra de la noche a la mañana. Fíjense que Obama luchó durante dos períodos contra esta inercia.
Trump no podrá entrar a trompadas. Lo intentará, obvio, pero hay un congreso que moderará. Ese es su papel. Trump ha dividido a su propio partido republicano. A lo mejor recibe los efectos de esta fractura desde el senado.
Como dice hoy el editorial de El País (cito): Gracias a las previsiones de los padres fundadores, que siempre tuvieron en mente la idea de que alguien como Trump pudiera llegar a la Casa Blanca, la Constitución dispone de un elaborado sistema de contrapesos destinado a evitar un Gobierno despótico basado en la tiranía de la mayoría.
Lástima que nuestros “padres fundadores” o su equivalente no tomaran las mismas previsiones porque el pueblo, obviamente, SÍ se equivoca. En Venezuela pudo instalar a un militar en la presidencia. Puso a los buitres a cuidar carne, como decimos por allá.
Vox populi vox dei, dicen. La voz del pueblo puede ser la voz de dios, pero a veces se parece más a la voz del diablo.
Se acabó el capuchino. Es hora de ir de mi corazón a mis asuntos, como decía el querido poeta.