¿Cuántos de nosotros hemos recibido noticias truculentas que sabemos o intuimos falsas, pero que nos atraen porque reafirman nuestros prejuicios, nuestras envidias, nuestros rencores?
¿Cuántas veces hemos cedido a la tentación de reproducir estas noticias, para “alertar”, hacer reír, o simplemente porque sí o porque “de que vuelan, vuelan”?
La red también está llena de falsedades y es importante saber leer o escuchar para no caer en trampas, difundir falsedades o vivir angustias basadas en engaños.
En Italia una noticia inventada, es decir, una noticia que reproduce una mentira recibe el nombre de “bufala”. Sí, igual que el animal cuya leche produce la deliciosa mozzarella de bufala tan popular en todo el mundo. ¿Por qué bufala? Una de las explicaciones es que a través de esas falsas noticias el autor malicioso de las mismas pasea (metafóricamente) a los que las creen como si se tratara de búfalos, halándolos por la argolla de la nariz, por ese anillo de prejuicios y temores que todos tenemos en mayor o menor grado. No muy convincente la explicación, pero gráfica.
Hace poco recibí un mensaje de parte de una amiga que de muy buena fe lo envió para comentarlo en un pequeño grupo de Whatsapp. El mensaje era de audio, transmitido por una mujer anónima y decía algo así como que a una persona A, un individuo importante B, amigo de otra persona C también MUY importante le dijo que de una oficina F, importantísima le informaron que ciertos sitios del norte de Italia pero sobre todo en la región de Trieste habría un peligro de algo, probablemente un atentado en unos sitios conocidos por ser centros de compra muy concurridos. La persona que emite el mensaje repite varias veces que quien lo oiga puede interpretarlo como quiera, que ella se considera en el deber de difundirlo…
Bien, a todas luces (y en el grupo hubo acuerdo) lo anterior ya no califica de “búfala”, sino de manada de “búfalas”, de un corral completo de “búfalas”.
Hay muchos sitios en la red que nos aconsejan sobre cómo diferenciar una noticia verdadera de una maliciosa o falsa. Pero hay algunas reglas de cajón que me permito señalar para que no caigamos en trampas. En el mensaje/noticia anterior sobre el posible atentado en Trieste hay varias claves sobre su falsedad:
1) Es anónima. La persona que la emite no se identifica. Ojo, también podría ser más elaborado y dar una identidad falsa, como aquellas cartas de los nigerianos. Pero si la noticia es anónima es burdamente falsa.
2) No es posible identificar ni la fuente ni la fecha ni mucho menos la hora de estos mensajes/noticias. ¿De dónde sale esta noticia? Si no lo sabemos o si la búsqueda en la red no arroja resultados sobre fuente, fecha, hora, etc., huele a bosta de búfala.
3) El mensaje habla de un autor A que le cuenta a uno B que le oyó a uno C y se mencionan dos o tres nombres importantes. Los falsos mensajes casi siempre hacen referencia a varias fuentes “importantes“ para impresionar al oyente o lector.
En verdad no es nocivo si uno propaga una falsa lista de cosas que hubieran hecho Borges o García Márquez o Einstein si comenzaran de nuevo a vivir. Esto es inofensivo. Tampoco es importante si se difunden los “pensamientos de Saramago” sobre los hijos como una bendición de Dios. Esto solo denota que no se está al tanto de que Saramago nunca tuvo hijos y fue ateo toda su vida. No le hace daño a nadie. Por cierto, el autor de este último texto debe ser un gran jodedor y hasta se merece una sonrisa. Después de todo, una exalcaldesa de Madrid pensaba que Saramago era una mujer (¡Sara Mago!).
Pero ese breve mensaje de audio de contenido obviamente falso sobre posibles atentados en zonas comerciales de Trieste causó alarma y se propagó como pólvora: así de fácil azuzar el miedo humano.
Por ese mismo impulso de reproducir este tipo de noticias se indujo a los ingleses a votar por la salida de la Unión Europea. Gracias a otra noticia falsa un gatillo alegre “justiciero” se presentó a echar tiros en una pizzería donde supuestamente Hillary Clinton comandaba un grupo de seguidores que abusaba de menores. Y los ejemplos son incontables.
Me he propuesto para este año que está apenas empezando no colaborar con el odio o con el miedo.
Digámosle SÍ a la mozzarella y un rotundo NO a la “bufala”