
Es la segunda vez este año que leo sobre Alexandra Elbakyan catalogada como la mayor pirata informática que existe hoy en día. También es llamada la “Robin Hood del Bosque Académico”. Esta joven mujer, es la fundadora de Sci-Hub, la mayor web pirata que proporciona a los usuarios acceso libre y gratuito a millones de publicaciones científicas que normalmente son de pago.
Para que las personas alejadas del mundo de la publicación científica se hagan una idea, la mayor parte de las revistas científicas de prestigio te vende el acceso a la información publicada en ellas a razón de unos 30 $ por artículo. Un investigador cualquiera, para dar la impresión de actualizado, y por lo tanto de serio, debe leer entre 30-100 artículos para elaborar un artículo de producción propia. No es barato investigar. ¿Quién dijo que la ciencia era democrática?
Ahí es cuando alguien como Alexandra Elbakyan se harta (se arrecha, en criollo) y se monta en su barco y se va por el mundo batiéndose con espada y pistolón con cuanto enemigo leguleyo se le atraviese. Y crea un portal donde los hambrientos de saber pueden saciar su hambre… sin pagar.
Ya Borges nos narró hace tiempo sobre las hazañas de La Viuda Chin, pirata famosa de finales del 800. Alexandra es de Kazajistán, y no es viuda. Pero sí ha tenido que batirse contra los grandes capitanes del tráfico de información como son las editoriales científicas, Elsevier, o ACS, por ejemplo.
Hasta ahora, la han condenado en ausencia varias veces y le han impuesto multas de hasta 17 millones de dólares (no ha pagado un céntimo, claro). Han torpedeado su barco Sci-Hub montones de veces y cerrado sus dominios. Pero en poco tiempo, el navío informático vuelve a aparecer intacto porque ella lo controla (para eso es especialista) desde lo que se llama la web profunda Tor. Por lo tanto, es bastante difícil de localizar su barco. Lo hace desaparecer en la bruma de esta ensenada secreta y reparada. Así que tendremos, aunque sea de manera intermitente, Sci-Hub para rato.
Al final del relato de Borges, la viuda Chin se rinde y decide pedir protección imperial. Se pone “a derecho” como quien dice, y se dedica a terminar sus días haciendo tareas menos peligrosas, como !!!el contrabando de opio!!! La escala de riesgo laboral en el mundo de los piratas, como vemos, es ligeramente distinta a la del resto de nosotros, aburridos mortales.
Pero bromas aparte, dice Borges que la viuda Chin abandonó su nombre y se lo cambió por otro: (cito) “Dejó de ser la Viuda; asumió un nombre cuya traducción española es Brillo de la Verdadera Instrucción”.
Nuestra pirata informática no se ha puesto a derecho ni mucho menos, pero se ha retirado temporalmente a un paraje académico protegido para seguir profundizando sus estudios en Neurociencia e Informática (tiene apenas 29 años).
Mientras tanto, el año pasado, la revista Nature (en un golpe bajo para Elsevier) reconoció a Alexandra Elbakyan como una de las 10 personas más influyente en el mundo en 2016. Imagino que por su colaboración con “El Brillo de la Verdadera Instrucción”, parafraseando a Borges.
¿No son fascinantes los guiños entre la ficción y la realidad?

PS: Como una minúscula colaboración con la piratería (y la nostalgia), va este enlace al .pdf de Historia Universal de la Infamia de Borges donde está el relato de La Viuda Chin Pirata.
Espectacular…es la que usamos..ya que no tenemos bases de datos
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