Hace poco leí una noticia sobre la memoria. Decía que los analfabetos tienen mejor memoria que los que no lo son y que tienen menos riesgo de sufrir Alzheimer.
Esto lo habíamos intuido hace años en nuestro grupo de investigación cuando estábamos aplicando unas pruebas de memoria en relación con la afasia y veíamos que las mejores puntuaciones las obtenía la gente analfabeta o cuasi-analfabeta.
Lo que me hizo recordar una anécdota en Madrid el año pasado. Yo pasé por un kiosco de periódicos y vi un libro en oferta. Un libro de estos de ficción-medieval. Parecía atractivo (me gusta la temática medieval) y le pregunté al dueño del kiosco: ¿Es bueno? ¿Usted me lo recomendaría?
Y me dijo sencillamente: «no lo he leído».
Hizo una pausa breve y añadió también de manera natural:
«en verdad no he leído nunca un libro … en mi vida».
Ojo, no dijo que fuera analfabeto, sólo expresó que nunca había sentido la necesidad de ver lo que había dentro de un libro.
Una confesión apabullante en boca de alguien que decide vender material de lectura.
“Como un vegetariano que monta una carnicería», pensé…, porque me gustan las analogías.
Luego ya más seria-mente, también me pasó por la cabeza un pensamiento inquietante de Cesare Pavese (autor que casi nadie ha leído ni leerá) que decía más o menos (tengo flojera de buscar la cita) que él envidiaba o sentía nostalgia por ese primer momento de lectura que todos hemos tenido en la infancia, pero que ya hemos olvidado. Ese momento en que la palabra escrita y su transporte a esa otra realidad detrás de la letra había producido esa primera maravilla, ese primer asombro de la creación ante nuestros ojos (literalmente) de otros mundos. También decía Pavese que el lector avezado, el experto, era el que más lejos estaba ya de ese asombro, de esa maravilla.
¿Será que la mucha lectura nos va comiendo la sensibilidad, la memoria?
Inquietante.
Ejemplos de Alzheimer conocidos: Gabriel García Márquez (premio Nobel de Literatura), Ángel Rosenblat (Lingüista venezolano), Agatha Christie: una de las escritoras de misterio más prolíficas.
Interesante. Me gustaría leerlo.
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Lou…yo vivi tu analogia…opere un carnicero vegetariano…no entendi porque no cicatrizaba la herida hasta que descubri lo de vegetariano puro
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¿Un carnicero vegetariano? Ya no es analogía sino patología. Eso es mucho masoquismo 🙂
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Saludos de los tres tristes tigres de esta casa.
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Gracias, pronto nos veremos. Esta vez sin laberintitis (espero)
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Hola tía, te envío esta cita de un libro que me acaban de regalar:
2. Escribir y no.
Nunca hubo en el pasado y no existe hoy una sociedad caracterizada por el uso de lo escrito en que la actividad de escribir fuera o sea practicada por todos los individuos que forman parte de la misma sociedad; en efecto, la escritura, al contrario que la lengua, instaura, donde quiera que aparezca, una relación tajante y fuerte de desigualdad entre aquel que escribe y aquel que no, entre aquel que lee y aquel que no, entre el que lo hace bien y mucho, y el que lo hace mal y poco, y esta desigualdad sigue y revela a la vez los límites de la distribución social, de la riqueza, de la diferencia de sexos, edades, geografías y cultura.
Armando Petrucci. La ciencia de la escritura.
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