Ah, Italia querida. Tan confundida en estos días. Hubo elecciones, pero como no ha habido mayoría para ninguno de los partidos, el juego político está trancado. Se reúnen, se des-reúnen, se encuentran y desencuentran, se buscan, se evitan, se miran de reojo o se hacen ojitos, a veces se insultan un poquito ma non troppo, no vaya a ser que después de todo les toque pactar con el “indeseable”, con “la suma de todos los males”, con el que habían jurado que “primero la muerte”, con el otro, en pocas palabras. Grandes temas sobre el tapete: los impuestos, el bombardeo en Siria, la mafia, la inmigración legal e ilegal, los refugiados…
Por eso algunas noticias folclóricas son refrescantes. No creamos que el folclore es prerrogativa del trópico. Aquí se llevarían la palma a veces. Como la noticia de la presidenta del Consejo Municipal de una pequeña ciudad llamada Lesina. Las preocupaciones de esta señora son menos globales e internacionales. Son muy terrenales y circunscritas al ser humano y ciertas zonas corporales. La presidenta está preocupada por los malos olores de los consejeros (y consejeras). Así como lo oyen. Y por eso ha dictado un código de higiene para ellos y ellas: el mal olor no discrimina por raza, sexo ni religión.
Entre algunas de las reglas está que las mujeres deben usar siempre sostén, llevar la camisa abotonada y usar perfume sin exagerar. Y para ambos grupos (y aquí hay un ejemplo claro de cuándo se debe usar el masculino y femenino: consejeros y consejeras), una norma general muy importante de “llevar ropa limpia y no presentarse a las reuniones trayendo malos olores debido al uso de ropa sucia o a la falta del respeto de las normas higiénico-sanitarias”. A los hombres se les recomienda, además, cortarse las uñas y llevar barba y bigotes arreglados.
El/la periodista que da la noticia entrevistó al anterior presidente del consejo (que no se atrevió a opinar sobre los olores de sus colegas), quien le respondió que la nueva presidenta había tenido que recurrir a este normativa extrema porque en el pasado hubo reuniones “en las cuales el aire era tan pesado e irrespirable que se habían visto obligados a abrir las ventanas incluso en pleno invierno”. Original del diario Il Piccolo:
Ci sono state però certe riunioni – ha aggiunto Vlahović – nelle quali l’aria in aula era pesante e irrespirabile al punto che ci vedevamo costretti ad aprire le finestre anche in pieno inverno».
Entrevistados también los consejeros, dijeron estar de acuerdo con la presidenta y su normativa de higiene.
Parece poco, pero por algo se empieza. Podrían invitar a esta funcionaria a formar parte del nuevo gobierno. Porque ya empieza a oler a podrido sin siquiera haberse formado.
Lamentablemente conozco esa experiencia del aire irrespirable debido a exceso de aroma humano. Me pasó un verano viajando en un autobús entre Marsella y Aix-en-Provence. Fue un milagro que no me bajara yo en plena autopista. No digo que no fuera cultural, pero lo vivi como una realidad trágica, casi una emergencia.
De tu cuento, me resulta cómico la señora presidenta mezclando sus urgencias sanitarias con sus idelaes estéticos que incluyen sostenes. Me pregunto si no incluyó el uso de interiores para los hombres. Digo yo «pa balancear».
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¡Increíble! Parece que el uso del jabón no está tan difundido como el de los celulares.
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