Las palabras viven en nosotros, pero nosotros podemos, a veces, tener la extraña experiencia de vivir dentro de ellas también, aunque sea por breves instantes.
¿Alguna vez les ha ocurrido vivir dentro de una frase, de un refrán, de un dicho? Es una sensación extraña. Como si dos dimensiones se intersectaran por un momento fugaz. Y uno queda en el medio como un simple médium. Pero esto hay que ilustrarlo para que no se vuelva demasiado abstruso.
Hace poco yo me dirigía hacia el centro de física en Trieste. Desde la parada del autobús hay que caminar unos 100 metros por una acera bastante estrecha en una avenida de mucho tráfico. Yo iba caminando, y delante de mí otras 4 ó 5 personas. En un momento dado me di cuenta de que todos éramos indios. Los cuatro de adelante, de la India-India. Yo, la última de la fila, de la India que pensó Colón haber descubierto en su “pequeña” desviación de la ruta. Inmediatamente la frase “caminar en fila india” me golpeó la cabeza, y yo la viví de la mejor manera posible, aunque me costó aguantar la risa El resto de los indios no conocía la frase, imagino, porque no se inmutaron.
Hace ya más tiempo, Ermanno y yo estábamos leyendo en la cama después de almuerzo, un domingo, en nuestra plácida casita de Mérida. Estábamos los dos semi-sentados, recostados contra la cabecera de la cama cuando por la puerta abierta del cuarto que nos quedaba justo enfrente se asomó ¡una culebra! A decir verdad, era una culebra pequeña, de montaña, inofensiva. Un poco desviada de ruta como Colón. La culebra avanzó lentamente (seguro sentía la presencia nuestra), y nosotros mirándola con pereza dijimos al unísono: “!Qué será bueno pa’ la picada e’ culebra!» (*), con lo que arrancamos a reír tan fuerte que la culebrita se asustó y se escondió entre las maderas del cuarto y nos dio el consecuente trabajo de encontrarla y devolverla al monte.
Pero tal vez el mejor ejemplo me lo dio ayer un escritor español, Albert Espinosa, al que entrevistaron en un programa en Italia gracias a una serie de televisión que dirige (Pulseras rojas **), sobre su experiencia personal con el cáncer al que sobrevivió después de una lucha de 14 años.
Cuenta este hombre, quien tiene una actitud envidiable de gran humor hacia su propia vida, que hace tiempo le amputaron una pierna (tiene 40 años). Él quiso donarla a la ciencia para estudio, pero la donación no se llevó a a cabo por lo que le dieron permiso para enterrar su pierna en el cementerio.
“Esto me convierte, dice él cagado de la risa, en la única persona que, literalmente, vive “con un pie en la tumba”.
(*) !Qué será bueno pa’ la picada e’ culebra! es un dicho venezolano que se usa para expresar que uno tiene pereza de enfrentar un problema y quisiera evadirlo.
** La serie está basada en la novela El Mundo Amarillo de Albert Espinosa, que no he leído, pero está en red en pdf. Y si la quieren descargar, hacer clic en:
Muy bueno!
que bueno empezar la manana con una carcajada!
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