
Una amiga me contó hace tiempo que fue a hacerse una mamografía en Mérida, y que la doctora-técnica, muy poco profesionalmente, había mirado la pantalla y había dicho “¡qué bellas!” Mi amiga sorprendida le respondió “¡Cómo! Tengo ya más de 50 años, y están un poco caídas”. Y la doctora continuó: “¡Son hermosamente naturales! ¡Puedo hasta interpretar el mamograma con facilidad. Normalmente es un rollo con tanto plástico de por medio! Hacía tiempo que no veía unas así!”…
Y es que las mujeres venezolanas más que otras, tal vez, (seguro que las brasileñas van cerca) están muy infelices con sus cuerpos, lo que contradice las estadísticas que colocan a Venezuela entre los países mas felices.
Por la anécdota mamográfica y la observación corriente se deduce que la mujer venezolana promedio adora el bisturí. ¿Autocastigo? ¿Baja auto-estima? ¿Machismo vicario? ¿Simple deseo de experimentación? No lo sé. No es mi campo…
Las misses venezolanas se han hecho famosas en el mundo, lo que ha llevado a la leyenda urbana de que tenemos las mujeres mas bellas de la tierra. Sé que me reprocharán por esto, pero estadísticamente es poco probable que un pueblo X sea el más bello o el mas feo del planeta. Lo que sí es cierto es que las misses venezolanas son las mas “corregidas” … y aumentadas. De cabo a rabo. Literalmente.

Cualquiera que pase un par de horas muertas en el aeropuerto venezolano de Maiquetía puede pensar que ha viajado hacia el pasado en el tiempo; a un pasado remotísimo. Nada más y nada menos que a la edad de las cavernas. Grandes tetas y enormes nalgas, (por lo general en el mismo cuerpo, porque el bisturí causa adicción), pasan en continuación ante los ojos ociosos del observador, moviéndose no ciertamente con gracia (el grueso volumen y la elegancia no suelen ir juntos), sino por el contrario, desplazándose con bastante dificultad. Porque esos pesos añadidos adelante y atrás requieren otros apoyos de objetos incómodos: poderosos sostenes-arneses para contener las prótesis ubérrimas, tacones altos para acentuar el movimiento nalgatorio, etc.
¿Recuerdan las Venus de Willendorf de nuestros libros de arte? Estas y otras figulinas semejantes datan del 29-28.000 AC. Estas curiosas estatuillas proporcionan abundante material de discusión entre los especialistas: ¿amuletos de fertilidad? ¿pequeñas divinidades propiciatorias? Who knows!
Algunos hasta han propuesto que se trataba de objetos masturbatorios. Una especie de Playboy pre-neolítica, en versión literalmente “digital” (por aquello de que la estatuilla se manipulaba entre los dedos)…
¡Toma Stephen Hawkin! ¿No se supone que no se puede viajar al pasado? ¡Pues te lo digo en buen venezolano, ¡estás pelando, mi muy querido y admirado genio de la física!
En la Venezuela de hoy, en la que también somos recolectores y hay tantas Venus de Willendorf en circulación, puedes viajar directamente al paleolítico
¡…y sin moverte de tu silla!
Hola Lou, ja ja interesante punto de vista!!! También yo he pensado tantas veces de dónde sale tal inclinación de muchas Venezolanas por reconstruir su cuerpo a la fuerza, al punto de sacrificar las finanzas (magras u holgadas…), el tiempo (entre cola y cola…) y la salud (pregunten a las que se han deformado a punta de inyectarse cualquier porquería…), para cirugías, tratamientos embellecedores, uñas, pelos y comprar ropa «de moda»… creo que es un tema de estudio!
Hace unos días.. hablando de los problemas de carencia de vitamina D, que tienen otros países y nosotros afortunadamente NO le decía a Valentina que creo que ese Sol maravilloso que nos nos falta todo el año nos da una carga extra de optimismo y «antiparabolismo» por lo cual, es bastante cierto que los venezolanos en general hacemos de todo (hasta del más grave problemas) un chiste y una j….(a)…
Te dejamos a ti el tema de investigación! a ver si encuentras el «gen venezolano» que nos hace tan atípicos! (y que además de «felices» nos tiene tan jorobados!!!).
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Bueno, la inclinación de las venezolanas a la destrucción del cuerpo no es que sea exclusiva de ellas. Lo hacen las italianas, las chinas… Es el alto porcentaje de venezolanas que lo hacen lo que me llama la atención. Creo que el venezolano, en general, es bastante ignorante, desestructurado, y propenso a comprar espejitos al primero que se presente. Y nuestros políticos (sn excepción) que tuvieron la oportunidad y EL DEBER de sacarnos de la ignorancia no lo hicieron. Ahora caimos de nuevo en manos militares porque uno especialmente loco hace más de 15 años se fajó como los buenos a vender espejitos. Y la mayoría los compró. Hasta Uslar Pietri, pues…con eso te digo todo.
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