Yo pensaba hace tiempo que uno se inscribía en Facebook para hablar con sus amigos. Pero luego vi amigos que tenían 1.000 “amigos” y me sentí asocial en un medio social, no sé si me entienden. Porque me di cuenta de que, como siempre, la tecnología iba a años luz de la realidad.
Y la realidad es que nadie puede tener 1.000 amigos. En fin, ni siquiera 100, creo. Pero los “social media” hicieron que el término “amigo” se fuera extendiendo como si fuera un chicle expandible ad infinitum. Luego, Instagram, Twitter y otros más fueron precavidos y comenzaron a hablar de “seguidores” que ya es otra cosa y que impone una relación (no muy sana) entre un rebaño de exhibicionistas y otro rebaño de voyeristas (o casi), pero ese es tema aparte.
El asunto es complicado y urge que la realidad lingüística se ajuste a la realidad-real, o como se llame esa masa de objetos (cosas: res), acciones, reacciones y cualidades que nos circunda y que ilusamente (¡ja!) llamamos realidad. Por eso, en una de mis nocturnidades me dio por pensar en una escala de afinamiento del término “amigo”. No pretendo ni ser exhaustiva ni precisa (es Facebook, no la revista Brain) y l@s invito a corregir, aumentar, completar o ignorar las siguientes propuestas.
Partimos por supuesto de “amigo” ateniéndonos a su etimología (proviene de am-are: el/la que te ama). Basándonos en esta etimología convendremos en que “amigo”/ “amiga” son —necesariamente— pocos: el amor no da para tanto.
Pero luego hay una gran masa de seres a los que tenemos más o menos afecto y que están a nuestro alrededor y que habría que denominar para aclarar nuestra situación o poner orden en la pea, dicho en venezolano.
Por ejemplo, el termino sociamigo podría referirse a aquellas personas con las que nos relacionamos en los medios sociales y hacia las que tenemos (no lo niego) un cierto afecto. O por lo menos cierta afinidad.
Pero sociamigo a su vez comprende muchos términos que podrían proponerse y que se explican por sí mismos: mailamigo, feisamigo, instamigo, twitamigo, flickamigo, blogamigo…
Pero ya fuera de lo virtual está la realidad cotidiana y una proliferación diferente de “amigos”. Ejemplos propuestos:
- Anteamigo:
Está relacionado con “anteceder”. Son los amigos heredados: de tu pareja o expareja, de tus hijos, de otros amigos, de los padres… Son esos “amigos” que no has escogido, que vienen dados. Que anteceden a cualquiera de tus deseos de selección amistosa.
- Metaamigo o metamigo (en el habla rápida).
Formado del griego “meta” (“más allá”, como en metafísica). Es el amigo / amiga que está más allá del amigo/a. De esos que se llamaban antes “amigos o amigas con derechos”. No olvidemos que está el componente “meta” de por medio. Exactamente de por medio. Muy gráfico. Difícil de olvidar el término.
- Paraamigo o paramigo.
Son los amigos paralelos. Son ese conjunto de amigos de los amigos que también son tus amigos… pero en menor grado. Como los primos segundos o terceros. Son paralelos porque hacen fila al lado de los amigos. Se diferencian sutilmente de los anteamigos.
- Soamigo.
En este caso, “so” es un intensificador como en so burro, so pendejo etc. Es un amigo/a muy, muy amigo, pero sin llegar al derecho, y esto por indiferencia o falta del apropiado feeling lujurioso de la carne. Es lo que llamábamos antes “amigos del alma”, pero que propongo, por brevedad, llamar de ahora en adelante “soamigo”. No se propone superamigo por razones obvias.
- Sobreamigo.
Aquí “sobre” funciona como en sobrepeso. Algo que abunda, pero en sentido un tanto negativo. Un amigo, sí, pero al que queremos ver poco porque sus maneras de ser exuberantes nos agobian. Pero lo/la queremos mucho…a distancia. Le aplicamos aquello de que “de lo bueno poco”.
- Extramigo.
En este caso el prefijo “extra” se entiende perfectamente. Los extramigos son aquellos amigos de reserva, a los que invitas cuando otros te fallan, pero que no son tu primera opción. Muchos extramigos son un subconjunto del grupo de los sobreamigos.
- Examigo.
Se explica solo. Pero es curioso que el término emplee “amigo” como base de una amistad que ya no existe. A un plato o un vaso rotos, por ejemplo, no los llamamos explato o exvaso. En el caso de seres humanos, en cambio, necesitamos dar información sobre un afecto que sentimos en el pasado (am-icus) pero que ya no más: ex. Así somos.
Quedan muchos por fuera, lo sé; por ejemplo, cómo llamar a los “conocidos”. Mi casero, por ejemplo… esas personas que conocemos solo “de vista” pero cuya relación nunca va más allá (y ambos lo sabemos y estamos conformes).
¡Nos falta tanto!
Se escuchan propuestas.